Cuando pasábamos a zonas menos pobladas de vegetación
solíamos ver ciervos. Nos quedábamos por mucho tiempo contemplándolos. Los
ciervos son hermosos.
Cuando los árboles se hacían más gruesos vimos a un zorro. Miré sus ojos, eran fríos,
verdes. También me gustaban mucho los zorros.
Las ardillas saltaban de rama en rama y yo las seguía con la
mirada.
Empezó a inclinarse más y más el terreno.
—¿Estás segura de que es por aquí?
—Aja.
Aunque solo la conociese de un día me había demostrado más
cosas que muchas otras personas y me fié de ella.
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario