—¿Y qué se suponía que hacia ese espíritu?
—Poseer gente, se metía en tu cuerpo y te obligaba a suicidarte,
robar, quemar casas, personas, lo que a él le apeteciese.
—¿Usted lo creyó?
Se quedó unos instantes pensando—¿Usted qué cree señorita?
—Que sí, que lo creyó, mírese, con perdón. Está estancado,
encerrado aquí, ¿Qué busca?
—Pruebas. En el cementerio, cada cruz tiene unas marcas,
significan a las personas que mató el hombre que está en la tumba ¿Qué se
supone que hace que se vayan los espíritus?
—No sé, ¿la sal? —dije lo primero que se me pasó por la cabeza.
Se rio—No hombre, el campo santo, la luz, el fuego, las
ofrendas.
—¿Y qué quiere decir eso? —Seguí sin entenderlo.
—Que yo por si acaso, estoy cerca del cementerio, con una
fogata encendida y he puesto animales muertos en cada armario. —Ahora entendía
lo de la rata muerta que casi me hace vomitar antes.
—¿Insinúa que el espíritu, o lo que dios quiere que sea, está
deambulando ahora en busca de encontrar otro cuerpo que poseer?
—Sí. —dijo
firme
Este hombre estaba loco, llegué a la conclusión—Oiga…no puede
vivir con el temor constante de que un espíritu entrará en su cuerpo…es un
disparate…
—¿No era usted la que creía en fantasmas?
—Hasta un punto, señor. ¿Quiere dar un paseo o tiene miedo?
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