Me levanté y pegué un puñetazo a Edgar en el hombro—Eres un
cabrón, casi la matas.
Se saltó el sofá y se colocó al lado de mí —¿Qué te apetece
hacer? — me rodeó por el
hombro mientras giré la cabeza viendo como su abuela marchaba de la habitación.
—Necesito dormir—fui sincera.
Miró el reloj que se encontraba en la pared y pensó por unos
segundos —Bueno, vale ¿por qué no?.
Me subió casi arrastras a la planta de arriba porque no tenía
ganas de subir las escaleras—¿Cómo decías que se llamaba tú abuela? — me miró con cara de “no me lo puedo
creer”. Hay que ver la paciencia que tiene este hombre conmigo —Claire—suspiró.
—Claire. —repitió
chasqueando la lengua y poniendo los ojos en blanco.
Entré en la cama y me costó bastante volver a coger el sueño,
me habían desvelado, pero me empeñé en dormir, y así lo hice.
*
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