Fue a ponérmelo pero le paré—¿No quieres hacer otra cosa?
— le miré sonriendo y me
levanté de la cama. Me quité los pantalones con una mano, lo que quería que
fuese sexy quedó patético. —No sirvo para puta—reí.
Me sonrío, era la primera vez que le veía la sonrisa en toda
la noche. Le besé el cuello. Por una vez quería llevar yo la iniciativa. Le
intenté desvestir, pero se acabó desvistiendo él porque yo intentaba demostrar
que podía, pero no. Estaba cansada, pero creo que era una buena forma de
quitarle el remordimiento y el sentimiento de culpa que tenía—Estúpido y
sensual Edgar— dije mordiendo su labio inferior.
—No quiero hacerte daño—comentó
—Oh vamos, dame caña— lo dije con entusiasmo peor en verdad
no estaba muy convencida.
No veíamos la forma de hacerlo sin que él me diese en el
hombro ni en el abdomen, y sin que yo le rozase la tibia y las manos. Aun que
después de un rato pillamos el tranquillo. Donde menos probabilidad de daño
había era que yo estuviese encima —A mí me da igual que se me hagan más grandes
las heridas de la mano si puedo agarrarte el culo—sonrió. Y cedí. Un mal menor,
supuse.
La cosa no estuvo muy animada pero nos esforzamos los dos. Lo
último que quería que pasase pasó—Hijo, quería saber qué tal vas con el tema
de… —no pudo terminar la frase cuando nos vio. Me quité rápido y su madre cerró
la puerta.
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