—¿Lo hacéis a menudo? —preguntó su madre.
Negué, estaba esperando a que dijese algo más—Sólo lo
habíamos echo 2 veces antes.
—¿Mi hijo? ¿Sólo dos veces? —rio su padre.
—Es que yo hace una semana era virgen—no sabía ni como había
conseguido decir esa frase del tirón.
—Eso quiere decir que tres veces en una semana—Ahora hablaba
su madre. Paré a pensar y…sí. Estaba pasando una vergüenza increíble. —Cariño,
está muy roja, dale agua. — me acercó un vaso que acepté. Bebí desesperadamente—No tienes por qué
preocuparte, nosotros también somos muy activos sexualmente— mis ganas de
vomitar aumentaron, eso hizo que el agua me fuese por mal sitio y que me
pusiese a toser como una descosida. Cuando me recompuse un poco prosiguieron.
No había pasado tanta vergüenza en mi vida —¿Usáis protección?
Realmente en lo único que pensaba ahora era en meterme en una
cueva como un oso y no salir jamás—Sí—aún me dolía la garganta.
—De todas formas—dijo su madre sacando dos cajas de la cómoda—Esto
son unas pastillas que si las tomas diariamente no hace falta que uséis preservativos—
las cogí con manos temblorosas —De todas formas si no te gusta estar tomando
cada día una pastilla podéis ir a lo de siempre—me pasó una caja de condones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario