—Como
siempre— suspiró —Bueno, ¿vamos?
—Entra
tú, tengo que llamar a Carla.
—Como
quieras— Dio media vuelta, jugueteé con el móvil y tardé más de lo que hubiese
tardado en otra ocasión en buscar su número. Cuando me aseguré de que había entrado
y de que no podría oírme, llamé. Sonó el primer pitido…el segundo…el tercero,
me estaba desesperando.
—¿Sí? —Contestó con voz adormilada.
—Oh,
lo siento, ¿Estabas durmiendo? Perdón.
—Te
perdono porque eres mi mejor amiga—rio.
La
seguí la risa —Sólo…sólo quería saber qué tal lo llevas en el autobús.
—No
pude dormir nada esta noche— dijo mientras bostezaba—Intenté echarme un rato
aquí.
Me
reí—Tranquila, unas preguntas más y dejo de molestarte.
—Tú
no me molestas gilipollas. —Sonreí
como una estúpida, aunque no me estuviese viendo sabía perfectamente que ella
sabía que yo estaba sonriendo como una cría —Deja de sonreír y háblame idiota.
Volví
a sonreír, me acerqué bien el auricular a la oreja —¿Qué tal llevas el tema
este…? ¿Te has metido algo?
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