No
me hizo falta girarme para saber de quién se trataba—No Edgar, puedo sola— Pasó
de lo que dije y se acercó a mí, me quitó las instrucciones de la mano.
—Vete,
anda. —Me dieron ganas de
abofetearle, pero me controlé, a este paso si lo hacía yo se acabaría el poco
tiempo de luz solar que quedaba y aún seguiría intentando juntar la primera
varilla.
Fui
al centro y me senté al lado de Carla, contemplé el fuego.
—Tú
tampoco sabes montar la tienda, ¿eh?
—Definitivamente,
no— La miré con aires de sarcasmo.
—Hugo
la está montando. Supongo que si mi mejor amiga no fuese retrasada no tendría
nada en común con ella.
Sonreí
y posé mi cabeza en su hombro—¿Así se llama?
—Sí. —me tocó el pelo.
—Es
muy guapo, buena presa—me reí.
—Soy
una leona fuerte. — Puso su
brazo para que pudiese ver sus músculos mientras se reía. Su risa me
tranquilizaba mucho.
Poco
a poco las demás fueron llegando hasta que estuvimos todos por completo. Edgar
era el único que faltaba con lo cual me resulto totalmente extraño.
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