Miró hacía
otra dirección y tensó la mandíbula. Volvió
a mirarme —Yo…Nina…
—Déjame.
—Fui a sentarme cerca de Sara y
cambié de actitud ante ella. —Sarita. — la pasé mi brazo por sus hombros y la di un pequeño
achuchón.
—Mira quién
se acuerda de mí.
Reí —No seas
tonta. Te he echado de
menos.
Cambió la
cara y me sonrió —Necesito que saques tiempo para mí.
—Cuéntame.
— me dispuse a escuchar
mientras sacaba un cigarrillo.
—Calpurnia,
y yo, y básicamente todas hemos llegado a la conclusión de que necesitamos a un
Diego en nuestra vida, y tú como buena amiga— Me hizo la pelota. — Podrías
decirle que se viniese de vez en cuando con nosotras.
Me reí —Con
de vez en cuando es todos los días, ¿no? — di una calada.
—Cómo me
conoces.
—No hay
problema, veré que puedo hacer— La miré. — Muchacha con las hormonas
desenfrenadas.
—¿Me acabas
de llamar desesperada con sutileza?
—De vez en
cuando— cogió el juego en el momento. Reímos.
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