Bebí de la
copa y pasé de hablar más de ese tema, alguien me abrazó por la espalda, era un
chico, creyendo que era Edgar me giré y fui directo a besarle. Pero esos labios
no me resultaban familiares. Abrí los ojos. Dios mío era Diego. Todas se
quedaron con la misma cara que yo, y Diego miraba a sus amigos.
—Lo siento,
enserio, creía que eras Edgar.
—Si bueno
supongo— le salió una risita nerviosa, que me contagió. —Cambiando de tema, ¿Cómo estás no?
— aún me sentía incomoda— Si yo
fuese Edgar te daría un buen repasito—Eso me puso aún más nerviosa. Le pegué un
puñetazo en el pecho. Debe ser que me pasé de fuerza porque casi se queda sin
respiración.
—¿Diego? O
sea lo siento, otra vez
—He pillado
la indirecta.
—No enserio,
me he pasado, eres algo así como mi mejor amigo— confesé.
—Ven, te
presentaré a mis amigos— dejó pasar el puñetazo.
—Y esta es
Nina. —Fui saludando a
cada uno con desgana.
—¿La chica
de la que nos has hablado?
—Cállate
Sergio— Le advirtió Diego enfadado.
—¿Es verdad
o no? —Preguntó a los
demás chicos— Que si Nina hace tal, que si Nina hace cual…— me sonrojé.
Diego apartó
a su amigo y me llevo a otro lado.
—¿Nos
sentamos? —propuse
—Claro.
—Fuimos al banco y me contó
sobre lo que había echo el puente, me invitó a un par de copas. —Bueno, ¿te crees capaz de bailar con
tu mejor amigo? — Se
levantó.
Sonreí—Te
voy a machacar—
No hay comentarios:
Publicar un comentario