—A demás… a mí las cosas no me quedan bien y menos con esto—señalé
a mi brazo.
—Pero si a ti todo te queda bien, imbécil.
—No, Edgar, ahora no digas tonterías porque se supone que me
deberías avisar de estas cosas—borré su sonrisa—Bueno…—me calmé— ¿Pero tus
padres no están casados?
—O sea sí, pero se separaron— Edgar cogió una piedra y la
tiró al agua— ya hora decidieron hacer una segunda boda—hizo comillas— como
prueba de su amor— puso voz y cara de tonto al decir eso.
Sí, la verdad es que ya eran mayorcitos para casarse. Él caso
es que Edgar no me había dicho algo que además era lo principal por lo que
había venido y cómo era normal me enfadé. Aunque se me pasó cuando me mató a
cosquillas.
El día estuvo bien hasta que tonteando con piedra y piedra
intentando seguir el ritmo de Avril acabé en el lago. Os podéis imaginar, no
podía nadar bien, el fango me llegaba hasta las rodillas y salí precipitadamente
cuando vi arañas flotando en la superficie. Tenía una clase de fobia a las
arañas desde que me quedaron marcas en todo el cuerpo cuando me picó uno en la
casa de mi abuela. Mi pelo estaba hecho un asco y mi cuerpo mojado por
completo, salí empapada enrollándome con un brazo el cuerpo.
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