Al llegar me
esperaba menos, la verdad es que el comercial era bastante grande. Busqué algo
barato, bonito y cómodo. Edgar supo esperarme pacientemente, al final me quedé
con una falsa rosa palo simple, unos tacones muy incómodos que era obligación
ponérmelos y un top negro de parte de arriba.
Lo bueno es que los tirantes no me apretarían el hombro, lo malo es que
gran parte de las heridas se verían. Pero bueno, era lo que había.
Nos
quedaríamos al menos a comer aquí, así que tendríamos tiempo para mirar tientas
etc. Edgar me regaló un bolso sin que yo lo eligiese, y aunque parezca raro dio
en el clavo con él, era lo suficientemente grande como para meter un paquete de
tabaco y un móvil y lo suficientemente pequeño como para que no me anduviese
molestando.
Me atiborré
de patatas fritas porque con la medicina me entraba el doble de hambre, y
además estaba empezando a dejar de moquear.
Antes de entrar
al coche le pedí que no volviese a hacer muchas tonterías, a lo que me contesto
que para eso ya estaba yo, y no de forma irónica. La convencí para que me
dejase poner a Lana del Rey en el viaje de vuelta. Al llegar al pueblo, me
llevó al mismo lugar dónde había tenido el accidente con la moto.
Muchos
recuerdos pasaban por mi cabeza, la moto amenazando con pillarme, el susto, la
caída, la falta de respiración que sentí cuando caí con el abdomen.
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