Bien… querría trabajar—empezó— con algo que tenga que ver con
esto, ya sabes, motores, coches, motos…cosas así.
—¿Mecánico? — alcé una ceja.
—
Básicamente
sí. Dado que no voy a clase y que me gusta el tema pues. — sacó la rueda por completo y me la
paso. La llevé rodando hasta el maletero y la dejé apoyada sobre la puerta para
que luego la subiese él. Me limpié el barro que me había dejado la rueda en los
pantalones.
—
¿Me
pasas eso? — pidió
señalando y se lo acerqué— ¿Y tú? —seguía mirando a su trabajo.
Cogí el cigarrillo que había dejado a Edgar para llevar la rueda —Por mí,
sería escritora— sonreí ampliamente— Pero seamos realistas— ahora mi sonrisa se
convirtió en amarga— No creo que llegue a serlo. Pero tengo un plan B— alzó la
cabeza para mirarme. Di otra calada— me gustaría ser profesora de preescolar.
Ya sabes, niños.
—¿Te gustan los niños?
—Ajá. Creo que se me daría bien.
Apretó la última tuerca. —seguro que sí— me besó. Estaba
sudando. Le pasé la camiseta para que no se pusiese enfermo, pero no la aceptó.
Guardó las herramientas en su caja y subió la rueda vieja al
maletero. Volví a mirarle los brazos —Estás más fuerte—palpé la bolita que
tenía en el brazo. Sonrió y sacó aún más— No te emociones rey, son navidades y
vas a engordar —rodó los ojos y reí.
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