Me obligué a
borrar todo eso de mi mente. La moto aún seguía ahí, dónde la dejé el otro día.
Cogí aire y bajé las ventanillas, me estaba mareando.
—¿Qué pasa?
— preguntó.
—Nada, tengo
calor—mentí.
—Estamos en
diciembre.
—¿Y? Tengo
calor— le reté y salí del coche.
—Y estás
constipada.
Hice un
ataque inteligente y solté—Será que estoy en la pre-menstruación —cerró la boca
de golpe, los chicos nunca contratacan si les sueltas algún rollo sobre la
regla, es una de mis armas letales—¿Qué hacemos aquí? — vi la cara de alegría que había
puesto al haber cambiado de tema, en realidad era lo que quería desde el
principio, manipulación pura y dura, y mientras él, ingenuo sonriendo creyendo
que se había librado de una gorda. Aplaudí a mis dotes femeninas.
—¿No querías conducir? — dijo ileso sin saber la batalla que le acababa de ganar.
—Emm…sí—lo dejé correr. En realidad me arrepentía de haberlo
dicho antes, pero prefería quitarme el miedo ahora que podía. Me di la vuelta y
entré por la puerta del conductor.
—Lento— me advirtió.
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