Abrí los ojos y me
toqué el pelo. Último día aquí, ¿De verdad quería dejar este sitio? Giré la
cabeza y vi a Edgar que dormía plácidamente a mi lado, me junté a él, el calor
me vendría bien. Estaba desarropado y parte de su pecho quedaba a la vista, le
cubrí. ¿Era esto lo que quería para el resto de mi vida? Sí. La verdad es que
sí.
Me había vuelto demasiado blanda estos días, necesitaba sacar
un poco a pasear mi actitud de borde, mañana volvería a mi rutina de siempre.
Me levanté y me miré en el espejo. Menuda cara. Me quité la
parte de arriba y me puse la camisa de Edgar. Me dejé algunos botones
desabrochados sólo por pereza.
—¿Qué haces? — la voz de Edgar sonaba adormilada.
Me puse roja— ¿Cuánto tiempo llevas despierto?
—Desde que te has chocado con la mesilla al levantarte— se
rio— Estarías mejor sin parte de abajo también. — me quité el pantalón y me
acerqué a la cama. Cogió la parte de debajo de la camisa y la levantó — Culot.
Con lo que me gustan— se mordió el labio, me reí y le bese.
—Tengo hambre— confesé.
—Podrías ir bajando.
—No creo que tu familia me quiera aquí.
—No digas tonterías— se desarropó el pecho— ¿Sabes qué me
vendría bien? Un masaje— sonrió
—¿Dónde?
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