Listaa

jueves, 27 de agosto de 2015

Página 304.

—En la espalda, y las piernas— sonrió aún más amplio, incluso se le achinaron los ojos.
—Gírate. —Saqué el lubricante que vi el otro día en su cajón.
—Es como aceite corporal—miró el bote.
—En realidad lo es, sólo que sabe bien— le corregí y rodó sus ojos. Le eché una cantidad moderada en la espalda y la encorvó, se le notaban los contornos de sus huesos — ¿Frío? — reí. Posé mis manos y empecé a esparcir el líquido, volví a echarme en la palma de las manos y empecé por las piernas — ¿Sabes? Creo en la depilación masculina— me referí a sus piernas y el gruñó. Tenía unos gemelos fuertes. Mis manos resbalaban y el sentido del bello iba en dirección a mis caricias. Hasta sus piernas me gustaban. Pasé a la espalda, esto le iba a más, me eché más en la mano y comencé por los hombros, bajé un poco haciendo el mismo proceso, tenía una espalda firme y tersa, con un movimiento de cabeza eché mi pelo a un lado y fui alternando mis manos con besos en la nuca. Mis manos danzaban en círculos e iba de un foco a otro de la espalda, de lunar en lunar, de centímetro en centímetro. Me pareció buena la idea de hacer una foto. Me lavé las manos y le toqué el pelo.
—¿Te levantas ya? — sonreí y le mordí el lóbulo de la oreja.
—Hmmm— se quejó.

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