Bajé a la cocina y vi a Claire y a Avril cada una a lo suyo,
Claire cocinaba y Avril bebía de una taza mientras pintaba algo con una cera.
Me acerqué y la besé en la mejilla. Claire se giró.
—¿Has descansado? — asentí y me acerqué a la encimera, apoyé parte de mi cuerpo
en ella. Edgar estaba abriendo un armario buscando algo mientras hacía ruido —
Las galletas están en la cuarta bandeja — dijo Claire sin apartar la vista de
sus labores — Es tan comilón como su abuelo— le conocía bastante bien. Edgar
sacó el paquete mientras se metía una en la boca y se llenaba las manos de más.
Claire se giró y removió la comida. — ¿Quieres hablar de lo de ayer?
Suspiré y abracé mi cuerpo—Yo no robé nada
Suspiré y abracé mi cuerpo—Yo no robé nada
—Lo sé— cortó una zanahoria rápido. Manejaba. Miró a Avril y
subió la música de la radio. —Nunca me ha gustado esa mujer— suspiró— Desde que
mi hijo la conoció…
—¿No es tu hija? — la interrumpí y negó —Pensé que sí.
—Cómo te decía— continuó — Nunca me ha gustado esa mujer— se
acercó a Avril y la cogió de la barbilla — Pero desde que me dio a esta
preciosidad la soporto un poco más— la achuchó y miré sonriendo a Avril que
tenía un bigote de cacao.
Me miró— ¿Por qué el cola-cao no se disuelve? — la miré y la
vi dibujando un pato— Mi padre me explicó que los patos tienen estas cositas en
los pies para nadar mejor — asentí mirando donde me señalaba— ¿Por qué los
patos meten la cabeza debajo del agua a veces?
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