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miércoles, 19 de marzo de 2014

Capítulo dos. De pesadillas va la cosa. Página 9.

De pesadillas va la cosa.
No era una pesadilla normal, era rara, ni si quiera tenía mucho sentido para mí. 

Desperté en una especie de habitación sin ninguna luz y tanteé con las manos en el suelo, me di cuenta de que había muchísimas piedras, la única luz que entraba era por la cerradura de la puerta, pateé la puerta, las paredes, grité pero nada, no había nadie, me tiré al suelo, a buscar algo, lo más mínimo que me pudiera sacar de allí. Toqué algo que estaba más frío de lo normal, era metal, lo acerqué a la cerradura de la puerta y era una llave, probé con ella , nada. Me tiré al suelo a buscar más cosas, encontraba llaves y llaves pero ninguna abría la puerta. Finalmente encontré algo, una especie de cajita de metal, pero más pequeña de lo normal, abrí la tapa de la caja caja, y salió una llama, era un mechero,  un jodido mechero, me alegró saber que tenía luz. Miré a mi alrededor, estaba en ruinas, encontré una llave totalmente diferente a las demás, me agaché rápido a cogerla ¿Sería esa la que abriría la puerta? Tuve esperanzas. Metí la llave en la cerradura, y giré, estaba fuera. Caí de cabeza contra el suelo, eso me dejó unas buenas heridas en las rodillas, me levanté, me cayó algo sobre la mano, parecía nieve, caía algo del cielo, pero no estaba frío, me quedé extrañada, lo toqué y me ensucie, ¿Qué coño era eso? Me lleve un poco a la boca. Ceniza. Era ceniza. ¿Por qué llovía ceniza y por qué cojones me habían encerrado en una habitación? Salí corriendo, había dos direcciones, al frente una escalera, y al lado de una de las direcciones la entrada de un parking abandonado, cogí la primera que vi, había una cuesta, tenía esperanzas de poder escapar.

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