Sonó el
timbre, y antes de que me diera cuenta él ya estaba saliendo por la puerta, me
guardé el móvil en el bolsillo, recogí todo el poco valor que me quedaba, me
eche la mochila al hombro y salí corriendo tras él, fui al pasillo, y grité
—Edgar,
espera. — ¿Pero qué coño
estás haciendo Nina? Déjale, se querrá ir con sus amigos. —
Gracias— proseguí. Se giró y le seguí.
— ¿Por qué?
—Por lo de
antes, ya sabes.
—No hay de
qué, oye ¿Por qué te pasas el día corriendo? Tómate un respiro.
—Si bueno,
ya. — Me giré y entre al baño de chicas, no esperaba que me fuese a seguir.
— Si te pillan aquí te van a
liar una buena, además si quieres irte sal antes de que vuelvan a cerrar las
puertas.
—Como te lo
sabes, eh. — dijo en
tono de burla.
—Aprendí del
mejor pellero de todos. — Le miré, sabía que me refería a él. Me agache a beber
agua. Sonó el timbre que indicaba que ya empezaba la siguiente clase. —Vamos. —
Se posó en
la puerta y no me dejo irme.
—¿Qué nos
pasó? —
Trague
saliva, sabía que esta conversación iba a llegar algún día, pensé en ella mil
veces, tenía pensado plantarle cara, tenía todas y cada una de las frases en la
cabeza pero no me salía ni una palabra. Miré al suelo. Poco a poco fueron
saliendo las palabras. —Bueno, tú, tú encontraste a otra…— Me costaba decir
esto en voz alta.
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