—Oye, me tengo que ir.
Se levantó —¿Mañana nos vemos?
—¿Vas a la fiesta de Giselle? — Dije mientras salía de la playa.
—Sí.
—Entonces sí.
—Espera, te acompaño. —Recogió la manta.
—Sé ir sola a casa, eh.
—No quiero que te pase nada así que calla.
—Está bien. — Me cogió de la mano. Edgar nunca había sido así de cariñoso. Nunca.
Fuimos a mi casa a paso rápido y llegamos veinte minutos
después.
—Te quiero. —me dijo en modo de despedida.
—Y yo a ti. — Primero me dio un beso leve en los labios y
luego en la frente. Los besos en la frente son los mejores.
Me soltó la mano —Ahora hablamos— dijo mientras se alejaba.
Entré en mi casa sabiendo perfectamente que me iba a caer una
buena. Ulisse no estaba solo estaban Agata, Rebecca y Cleo.
—¿Para qué quieres el móvil? —Empezó a regañarme—Te hemos estado llamando.
—Perdón, no me di cuenta.
—¿Dónde estabas?
—En la playa.
—No te voy a regañar porque tú sabrás lo que haces con tú
vida.
Que alegría me daba escuchar eso por fin. Sonreí —Bien, me
voy a duchar, tengo arena por todas las partes.
Las di un beso a todas y fui directa a la ducha, por primera
vez me sentía medianamente bien desde hace mucho tiempo. Reflexione mientras me
lavaba el cuerpo sobre lo que había pasado en todo el día y en el que era
posible que pasara mañana. Tenía ganas de verle.
La noche se me paso breve ya que estuve jugando algo con mis
hermanas y antes de que me diese cuenta ya me había quedado dormida.
Esa noche fue la primera noche en meses que no apareció la
pesadilla.
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