Listaa

miércoles, 19 de marzo de 2014

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Cogí unos calcetines que me llegaban a algo menos de las rodillas, unas bragas, y una camiseta ancha, ese era mi uniforme en casa. Me senté en la banqueta del piano, empecé a tocar una pieza. Alguien había abierto la puerta, ni si quiera quería girarme ¿Para qué? Seguro que sería alguien para culparme de todo, o para decir una tontería, tal vez pasando de el me dejaba tranquila.
Se sentó al otro lado de la banqueta, era Cleo, me aliviaba saber que era Cleo, ella no hablaría sobre el tema, sólo la gustaba verme tocar. Era parecida a mí, tenía esas pequitas en torno a las mejillas que sólo la hacían más adorable.
—¿Quieres tocar? — Asintió, la cogí las manos, tenía unas manos hermosas, suaves, pequeñas, delgadas, me gustaban tremendamente esas manos. La conduje la mano a cada tecla, primero mí, luego la, luego sol, luego si luego re y luego do agudo. Era lo único que necesitaba saber para ese fragmento. Empezó a tocar, mi mi mi la la sol la la, mi mi mi la la sol la, si do si do la la sol mi re, mi mi mi la la sol la.
Se quedó mirándome.
—Gracias— soltó — Deberías ir a hablar con Agata.
Me quedé extrañada, ¿Cleo diciendo más de una palabra seguida? No creo.

—Sí, vamos. — La di la mano y bajamos juntas, me fui directa a la cocina, pensé que si tenía que hablar algo con Agata, lo mejor sería preparar café, sabía  perfectamente cómo la gustaba, más dulce y templado, yo en cambio amargo y caliente. Subí las escaleras, ni si quiera me había planteado que la diría, eche valor, llamé a la puerta y la abrí despacio.

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