Corrí hacia la puerta y ahí estaba. Con una chaqueta algo así
como de cuero, una camiseta obey, unos pantalones negros pitillos carhartt,
unas vans de toda la vida algo desgastadas y sucias y una mochila negra medio
vacía de la misma marca, y por último y lo que más me gustaba de su físico sus
dilataciones. ¿Pero cómo podía ser tan irresistible? Todo lo que tocase se derretiría
ante él. Menos mal que estaba de espaldas porque si me viese la cara de tonta
con la que me había quedado hubiese
empezado a sospechar. Me quité los auriculares y saqué el i-phone para
disimular, me metí en mi TL sin leer nada en concreto y pasé por su lado sin
pararme.
—¿No me vas a decir hola o qué?
—Qué.
—Encima que te espero. — Se adelantó y alcanzó mi paso. Mierda.
—Nadie te dijo que lo hicieses. —Soné dura, me gustaba.
—Lo hice porque quise
—Por eso— Subí las escaleras de la segunda panta. Una planta
más un pasillo y estaría con mis amigas, sin intentar que me diera un infarto.
—¿Por qué vas tan rápido?
—Llego tarde, ¿Sabes?
—Sí pero tenemos una excusa.
Me digné a mirarle— ¿Cuál?
—Que estabas conmigo— Sonrió.
Suspiré— ¿Crees que eso le va a importar al de matemáticas?
Eres tonto.
—De que mala ostia te levantas por la mañana ¿Tienes la regla?
— se burló de mí.
—Eres insoportable— Llamé y abrí la puerta. —Perdón, tuve que
coger el tren y…— me cortó
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