Al final dijo que sí, era de esperar, es mi
hermano, sé jugar sucio con él.
Estaba en la cabina de un gran camión a las...
3:28 de la noche. Él conducía tranquilo, mientras yo luchaba con mi propia vida
para no dormirme. Después de la vez un millón y uno que le pedí que me dejase
acompañarme, accedió rendido. No entra en juego que le dije que estaría
deprimida sin salir de mi cuarto todo un mes, y tampoco que me hiciese más la enferma
de lo que estaba. Estoy segura de que él accedió a traerme porque de verdad
quería estar conmigo, sí.
Le di pena al pobre, el que manipula a todas
las chicas para que acaben en su cama, fue manipulado por su hermana para
acabar en su camión.
Bostecé audiblemente. Frente a nosotros lo
único que se veía eran las luces que daban a la carretera. Lo demás todo era
oscuridad, puede que nos cruzáramos con tres coches en hora y media, con eso
tuve la idea de que si teníamos un accidente no nos encontrarían hasta dentro
de tres años. Y a esa altura sólo encontrarían, tal vez, cien huesos de entre
los 206 por los que estoy compuesta.
Aparte de que nadie sabría dónde estaríamos si
chocásemos, Agata se metía también en ese campo, por su puesto ella no sabía mi
paradero. Dejé una nota. Sé que cuando llegué de vuelta me matará y me
recordará lo que es "reposo absoluto" a base de escobazos, pero era
un riesgo que podía aceptar a cambio de un viaje tan imprevisto como este, tan cómo
me gustaba a mí hacer las cosas.
Me coloqué una manta por encima, hacía frío
incluso dentro.
Ercole me miró por el rabillo del ojo un
segundo, sonrió y me atrajo rodeándome con su brazo para que apoyase mi cabeza
en su hombro. - ¿Estás bien?- preguntó sin dejar de conducir.
Asentí - Sólo tengo un poco de sueño, nada que
no pueda superar.
-Duerme, seguiré aquí cuando despiertes.
Negué - La culpa es de tu hermana y su manía
por las medicinas- bostecé abriendo la boca como si fuese un león, adiós a los
modales.
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