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viernes, 20 de noviembre de 2015

Página 635.

Boté vaho por mi boca, comprobando que hacía un frío terrible allí dentro - Encenderé eso- me aseguró Ercole refiriéndose a la chimenea - Sólo debo preguntarle al tipo ese dónde está la leña- pegó un puñetazo  en su palma abierta y salió por la puerta.
-Ercoles no hagas nada de nuev...- no pude terminar, ya estaba lejos. Suspiré. Gracias, cabezota, irás a dejarte los nudillos de nuevo con el estúpido de la hacienda.
Busqué una luz, nada, sin suministro eléctrico, al parecer la única luz de aquí sería la chimenea, parpadeé para que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad y vi un farolillo igual que el que iluminaba la hacienda fuera, una caja de cerillas estaba a su lado, nunca había encendido uno de estos, pero supongo que no sería difícil.
Abrí la pequeña puertecita de cristal del objeto, giré la ruedecita de la parte inferior, encendí una cerilla, y llevé la llama dentro, al cabo de un segundo la luz se hizo, no alumbraba mucho, al menos no más de tres pasos por delante de mí, moví mi mano de arriba abajo repetidas veces para apagar la cerilla y tiré el palito quemado al suelo, cerré la pequeña puerta de mi linterna antigua y me senté al pie de la cama con ella.
Miré como la pequeña llama bailoteaba sin sentido alguno, era divertido ver uno de esos en estos tiempos.

Mi hermano entró con madera entre sus brazos y un ojo hinchado, había ido a buscar pelea de nuevo. -Mira- sonreí alzando el farolillo por su correa de hierro para enseñárselo, él sonrió, se acercó y asintió y se dispuso a hacer lo suyo con la chimenea. 

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