-¡Vamos Nina, por dios a este paso no
llegaremos nunca! - me reclamó volviendo
a mi lado.
-Pero es que parece al gusano de Alicia en el
país de las maravillas- rechisté viendo como caminaba el insecto despacio de un
dedo a otro.
-¿El gusano yonqui ese?- asentí.
-Ya sabes el que se pasa el día fumando y es
azul- le comenté sonriendo y dejando al pequeño ser con vida en un árbol - ¡Oh!
, ¿Ves esto?- me acerqué a una hojita - ¡Es una lagartija! - respondí
cogiéndola con cuidado, era verde, imposible de no ver entre tanto marrón, mi
hermano rodó los ojos mientras yo hablaba con la lagartija - Vamos a dejarla en
un lugar dónde del sol para que pueda reposar tranquila- comenté yendo a la
pata coja hasta dar con un lugar dónde el sol atravesaba las grandes ramas
verdes oscuras de los pinos, le dejé reposado ahí pero salió corriendo al
instante. Chasqueé la lengua y me agaché para levantar algunas hojas - Cosita,
¿dónde estás? No quiero hacerte daño- dije con voz de niña pequeña
-Se acabó- dijo un rendido Ercole y me cogió a
peso -Si no vamos a llegar cuando sea de noche- dijo perdiendo la paciencia.
-Pero, pero.. Ella es de sangre fría y tiene que
ir al sol...- balbuceé mientras él se las arregló para coger también las
muletas.
-Sí, Nina, vive aquí, sabe cuándo ir al sol,
no puedes estar parándote porque ves algo nuevo cada minuto- dijo negando y yo
hice un puchero, iba a rechistar pero al parecer la decisión estaba tomada.
Miré al cielo y cómo las ardillas saltaban de árbol en árbol ágilmente. Quise
contarle sobre las ardillas, pero sabía que se iba a desesperar con mi idea de
darlas algo de comer. Así que cerré la boca y sólo miré el espectáculo.
-Ya puedo caminar- le aseguré y me bajó.
-Nada de paradas dónde te dé la gana- me
advirtió y rodé los ojos para asentir.
Pesada cuesta, y más con muletas. Pero no me
di por vencida, sabía lo que quería. La nieve aparecía cada vez más, en los
árboles que ahora estaban cubiertos por una gran capa de esa sólida agua
blanca, en las rocas, en mis mejillas cuando caía del cielo - ¿Has visto?
¡Nieva!- dije mirando al cielo y tocando mi mejilla, en la que había caído un
copo helado.
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