Listaa

martes, 3 de noviembre de 2015

Página 619.

-¡Vamos Nina, por dios a este paso no llegaremos nunca! -  me reclamó volviendo a mi lado.
-Pero es que parece al gusano de Alicia en el país de las maravillas- rechisté viendo como caminaba el insecto despacio de un dedo a otro.
-¿El gusano yonqui ese?- asentí.
-Ya sabes el que se pasa el día fumando y es azul- le comenté sonriendo y dejando al pequeño ser con vida en un árbol - ¡Oh! , ¿Ves esto?- me acerqué a una hojita - ¡Es una lagartija! - respondí cogiéndola con cuidado, era verde, imposible de no ver entre tanto marrón, mi hermano rodó los ojos mientras yo hablaba con la lagartija - Vamos a dejarla en un lugar dónde del sol para que pueda reposar tranquila- comenté yendo a la pata coja hasta dar con un lugar dónde el sol atravesaba las grandes ramas verdes oscuras de los pinos, le dejé reposado ahí pero salió corriendo al instante. Chasqueé la lengua y me agaché para levantar algunas hojas - Cosita, ¿dónde estás? No quiero hacerte daño- dije con voz de niña pequeña
-Se acabó- dijo un rendido Ercole y me cogió a peso -Si no vamos a llegar cuando sea de noche- dijo perdiendo la paciencia.
-Pero, pero.. Ella es de sangre fría y tiene que ir al sol...- balbuceé mientras él se las arregló para coger también las muletas.
-Sí, Nina, vive aquí, sabe cuándo ir al sol, no puedes estar parándote porque ves algo nuevo cada minuto- dijo negando y yo hice un puchero, iba a rechistar pero al parecer la decisión estaba tomada. Miré al cielo y cómo las ardillas saltaban de árbol en árbol ágilmente. Quise contarle sobre las ardillas, pero sabía que se iba a desesperar con mi idea de darlas algo de comer. Así que cerré la boca y sólo miré el espectáculo.
-Ya puedo caminar- le aseguré y me bajó.
-Nada de paradas dónde te dé la gana- me advirtió y rodé los ojos para asentir.
Pesada cuesta, y más con muletas. Pero no me di por vencida, sabía lo que quería. La nieve aparecía cada vez más, en los árboles que ahora estaban cubiertos por una gran capa de esa sólida agua blanca, en las rocas, en mis mejillas cuando caía del cielo - ¿Has visto? ¡Nieva!- dije mirando al cielo y tocando mi mejilla, en la que había caído un copo helado.

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