No podía
ser, era Edgar, los ojos le brillaban más de lo normal, tenía los ojos más
preciosos que jamás había visto, marrones como el café, seguía llevando el pelo
tan alborotado como siempre y una gran sonrisa estampada en la cara. Era todo
lo que yo podía y siempre he deseado en un mismo cuerpo. Mi debilidad. Me
acababa de ver, disimulé rápidamente mirando hacia otro lado, no me permitiría
que se diera cuenta de que le estaba mirando, no hoy. Acuérdate de respirar
Nina —me dije a mi misma— Venía hacia nosotras. Posibilidades de que viniera
una ola para que se lo llevara bien lejos 0’0000001, mierda, estás obsesionada—pensé—.
Carla me obligó a levantarme
—No— la susurré.
Me llevó hasta Edgar.
—Hola.
Él tenía la
voz más sexy y más grabe que había oído en mi vida, le haría una grabación
hablando y la escucharía cada día antes de dormir sin ninguna duda. Carla le
respondió algo que ni si quiera pude escuchar porque estaba pensando en mis
cosas, yo no.
Me dio un
codazo —Bueno, yo tengo que irme a vigilar a Rebecca y Cleo.
—Carla no.
— La dije casi suplicando.
Sonrió y se fue. No la perdonaría está en la vida, la que la iba a armar cuanto
que la viese.
—¿Damos un
paseo? — Me miró
fijamente.
No le
conteste y empecé a andar. Se limitó a seguirme. Me puse a pensar en las
probabilidades que tendría de que mis piernas empezasen a fallar y me cayera al
suelo como una completa imbécil. No hablamos durante todo el camino. En un
momento dado se sentó en la arena, yo no quería que viera cómo me temblaban las
piernas así que me senté, empecé a jugar con montoncitos de arena.
Una adicta en Colombia :D
ResponderEliminaruna fan tuya. Gracias
EliminarAcabo de empezar a leer hace... ¿media hora? Amo este libro. Escribes genial!!! Si no te importa, ¿me podrías seguir en Twitter, Nina?
ResponderEliminarBesos!!
P.D: mi twitter es @areaderwriting ,yo ya te sigo a ti.