—¿El
que te pidió el número en mi cara?
Asentí—Pues
él un día me vio desde abajo.
—¿Te
siguió? — le estaba cambiando el
tono de voz.
—O
sea, no. El también sube aquí a veces. Y cuando estuve con él por la tarde…
—Espera
¿Has quedado con él?
—Bueno,
haber un par de veces, pero no quedar, vino a buscarme a mi casa y el otro día
estuvo con nosotras en la playa. —Nina,
cállate porque lo estás arreglando, me dije a mi misma.
—¿Cuándo
coño fue a buscarte?
—Pues
la tarde del sábado…antes de la fiesta.
—¿Así
que te llamé yo y pasaste de mí? Preferiste ir con ese gilipollas—se levantó y
empezó a bajar el acantilado.
Le
seguí—Dios, se vino con las chicas— pero no se dio la vuelta, le adelante y le
puse las manos en el pecho para frenarle—Edgar, paso de él. —le aseguré. Se paró y se quedó mirándome. —Somos amigos, bueno ni si quiera eso.
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