—Ajá.
—Sobre
mí. Sobre mí pasado. ¿Tú tendrás tú historia, no?
—Toda
persona que sube sola a un acantilado a pensar tiene una historia. Diego ¿Cuál
es la tuya?
Se
sentó y le imité—Verás, ¿por dónde empiezo?
—Por
el principio.
—Nunca
he tenido una vida fácil, podría decir que incluso ha sido arriesgada. Tampoco
nunca me ha gustado seguir las normas, así que supongo que me he ganado cada
consecuencia. He dado todo y no he recibido nada a cambio. Desde pequeño anduve
buscándome la vida porque nunca me han puesto nada en bandeja. Cuando iba al
colegio se metían conmigo, ¿Sabes? —giró
la cabeza y me miró directamente a los ojos. Tenía una mirada inexpresiva— Era
el único al que no le gustaba jugar en grupo, prefería estar solo en un rincón
mirando al cielo. Pero la época del colegio pasó, entré al instituto—hizo una
pausa—solo. Sin amigos, cómo había estado durante toda mi vida. Yo intenté
decírselo mil veces a mi madre pero ella
no estuvo para cuando la necesité. Las cosas siguieren, ahora tengo amigos, sí,
pero yo me sigo describiendo cómo el chico raro de la esquina. Me enamoré—hizo
una mueca, miró al frente y sonrió amargamente. —
me enamoré—repitió cogió aire y se dispuso a proseguir— cómo nunca había echo,
ya sabes el primer amor, el que más duele. Y un día simplemente se fue, y me
dejó ahí…tirado en el suelo…tenía en una mano la más cierta idea de que quería
morirme y en la otra mano sólo había sus mentiras. —paró. —Te he resumido por encima mi vida. ¿La tuya?
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