—Algo
por el estilo. —dije con
voz sombría. Salí de la tienda, bien, si no le iba a volver a ver, el jueves iría al acantilado a la hora
acordada y le dejaría las cosas claras.
Ya
me había acostumbrado a ver a Diego cada vez que necesitaba tabaco y volver a
lo de siempre tengo que admitir que me deprime.
Fui
a casa de Carla, cuando llamé me abrió ella pero ni si quiera llegué a pensar que
era ella. Llevaba una camiseta de tirantes gris en la que se la salía el
sujetador y de parte de abajo unas bragas negras, estaba descalza y tenía unas
ojeras enormes. Estaba sudando.
—¿Qué
pasa? —me metió para adentro y me
senté en el sofá—¿Volviste a meterte? —asintió—Te
dije que lo hicieses delante de mí ¿Fue algo menos de lo normal?
—Sí…
—Bueno
con eso es suficiente, por ahora. Ven te tienes que duchar. —puse la mano sobre
su pecho y esperé a sentir los latidos de su corazón, iban extremadamente rápidos.
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