—Delgada
no, anoréxica—la puse frente al espejo y la quité la toalla—Mírate—la cogí de
la mano y la guie hasta su clavícula. Ella se fue girando para coger varias
expectativas de cada lado de su cuerpo. —Tienes
que volver a lo de antes, a comer. Cada día un poco más.
—No
sé cómo agradecértelo.
—Dejándolo,
no puedo soportar ver esto.
—Necesito
que me de el aire.
—Pero
antes come algo. Yo te lo preparo—baje y la hice tostadas, sabía que la
gustaban y si tenía que comer algo que fuese algo a su gusto. Bajó maquillada y
se tomó media tostada mientras la sonría.
—Genial,
vámonos.
—Quiero
volver a poder estar a la altura de las
del equipo—dijo mientras bajaba la calle.
—¿Quieres
que entrenemos más? Pero a tú ritmo.
—¿Haría
eso por mí?
—Claro,
nos vamos a correr todas las noches y ya.
—Por
algo eres mi mejor amiga.
La
sonreí—Por cierto, el próximo jueves veo a Diego.
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