—Me pegó — le quité importancia — Y diego me llevó
lejos, y estuvimos hablando, y le besé, me acompañó hasta aquí — resumí— Ya te
lo he dicho— le dije de nuevo
—¿Por qué crees que le dio?
—No se tragan,
ninguno de los dos —aclaré.
—
¿Y a quién
prefieres?
Tomé aire — Es obvio, pero tampoco le puedo perdonar.
Le he perdonado tantas… —agaché la cabeza.
—
¿Y ya está? ¿Se
acabó? ¿Así? — me buscó con la mirada.
—Y ya está. Se acabó. Así — repetí firme— Lo que menos
quiero hacer ahora es pensar en ello. He perdido muchas cosas por estar tanto
tiempo con él, si te digo la verdad no sé si he perdido o ganado más
conociéndole — me aclaré la garganta — Estaré trabajando y mantendré la mente
despajada, cuando no, durmiendo, en caso extremo mis amigas y mi familia, les
dejé un poco de lado por él — admití girando el anillo que tenía en mi dedo índice ayudándome con otro de
ellos —Lo peor será cuando vuelvan las clases — se me estaba quebrando la voz,
notaba como mis ojos perdían claridad y el nudo de mi garganta que estaba
intentando aguantarme apretaba más y más — Le tendré que ver todos los días —
cogí una bocanada de aire — Y ni me atreveré a hablarle, tal vez le mire cuando
esté de espaldas esperando y no se dé cuenta —cerré los ojos para contenerme —Será
como si nunca hubiésemos existido en la vida real —alcé la cabeza mirando al
techo, discretas maniobras anti-lloro —Pero escribiré sobre él —asentí — Escribiré
sobre él —repetí— Y será como si nunca muriese, siempre que le lea alguien
—
Escondí la cabeza
en la almohada, me temblaban las manos. —Nunca se irá Cristina, nunca, no de
mí, no de aquí — toqué mi sien — Se puede ir físicamente, miles de kilómetros
lejos de mí, pueden dejar de hablar de él o recordarle, pero él siempre va
estar en mí. Marcado a fuego. Las cosas no deberían estar destinadas a salir
así . Le echo de menos, le echo tanto de menos — gemí permitiéndome llorar —
Pero son así — volví a la realidad — Y por mucho que lo intente nada va a
cambiar, aunque me esfuerce, a un que me caiga y me levante todo será en vano.
Porque no es él, soy yo, mi mala suerte
y mi poca estabilidad, si no hubiese sido así yo le habría perdido de alguna
otra forma — intenté coger aire que ahora me costaba bastante — porque eso sí
que estaba destinado a ser, quedarme sola, como siempre, desde siempre y para
siempre. Te juro que lo que estoy sintiendo ahora duele mucho más que una
simple bofetada, y que dejaría que lo hiciese toda la vida si este sentimiento
de pérdida se marchase lejos. Hay cosas que duelen más que otras .
No hay comentarios:
Publicar un comentario