—Pero
prefiero nestea. Dile a tu jefe que si es tonto — puso voz de niña pequeña —
Por cierto, ¿qué tal con él?
—Extraño e
imponente — apoyé mi mejilla con desgana en la palma de mi mano.
Asintió
—Estuve pensando — bebió —Tal vez podríamos ir a ver a David algún día —abrí
bien los ojos — Ya sabes, pidió que volviésemos.
— ¿Así que
quieres ver de nuevo al vaquerito del siglo XXI?— reí
— ¿Por qué
no?— bebió y me llamó el encargado, fijé la vista en él.
—Debo irme
— comenté — Me llama el novio del jefe.
— ¿No
decías que era un hombre — hizo comillas — Extraño e imponente? — Puso voz de
dura.
—Lo es — me
di la razón y me miró negando con la cabeza, puso el dinero sobre la berra y lo
guardé en la caja. — Luego nos vemos — le di un beso en la mejilla y fui hasta
Vinny —Estaba...— señalé con el pulgar hacia atrás.
Asintió
—Tranquila, es bueno que traigas clientes — sonrió —Tienes que ayudarme a sacar
cajas.
—Vale — le seguí.
Eran paneles en los que entraba una media de 20 botellas en cada cual, tenía
razón cuando dije que no había Nestea. Las cogí de dos en dos y las depositaba
debajo de la barra. Al terminar decidí barrer y colorar las botellas por
secciones, whiskey, ron, ginebra... Cuando acabó mi jornada y recordando que
tenía que quedarme de madrugada caminé hasta el despacho de Jesús.
—Pasa — estiró
el brazo — ¿Qué tal el primer día?
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