Nos sentamos en su cama después de ducharnos. Las
duchas por lo general siempre hacían que me relajase. —¿Hablasteis? — alcé una
ceja interesada.
—Creo que mencionó el tiempo una vez — hizo una mueca.
—¿Enserio? —alcé las manos — ¿Hablasteis del tiempo?—
asintió— Esto es imposible, estoy por rendirme— me quejé —Pon de tu parte — le regañé —Así no llegamos
a ninguna parte — agachó la cabeza —Dios, eres guapa y tienes encantos, sólo
hazlo— alzó la cabeza y apretó los labios— ¿Te gusta? — indagué.
—O sea... sí... no es la clase de... chico—se encogió
de hombros— Quiero decir, por mí estaría con un pintor — se rio — Pero él es guapo, y sensible, y me
gusta... Y viendo que las posibilidades de estar con un pintor son una entre un
millón pues...sí — sonreí.
—Le puedes enseñar a dibujar— reí y rodó los ojos
—Hablo enserio — volví a reír — Me lo estoy imaginando — golpeó mi hombro.
Seguí riendo por mi broma de mal gusto para Cristina
mientras desbloqueaba el móvil y me pringaba la pantalla con los dedos llenos
de restos de gusanitos que me había ofrecido Cristina— Prometí hablar con Carla
—aclaré.
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