Listaa

lunes, 14 de septiembre de 2015

página 350.

—Te toca — le indiqué con el brazo sabiendo que era estúpido dejarla por más tiempo en la arena. Se desvistió sin mucha confianza y dejó las prendas en la arena. Esperé a que llegase a la tabla —Sube — le indiqué y lo hizo — ¿Por qué no habláis? — moví la tabla de modo que quedase pegada a mí.
—Calla, te va a escuchar — me salpicó.
—No lo puede oír, sólo escuchará a las olas — hice una llamada a la cordura. Me quité el velcro que ataba mi tobillo y se lo abroché en su pie derecho. —Supongo que este será con el que apoyas— me miró desganada.

—No habla, no hace nada — se encogió de hombros.
—Eso es porque no has sacado un tema de conversación que le interese, si le hablases de acantilados se pasaría la vida dándote detalles— le di unas palmaditas en la pierna riendo —Ponte de rodillas y trata de mantener el equilibrio— se tambaleó y se ayudó con las puntas de los dedos. Le empujé contra una ola cuando estaba a punto de romper y antes de llegar si quiera cayó al agua. Sacó la cabeza a la superficie escupiendo agua mientras agarraba la tabla y volvía a subirse.
—Esto no es lo mío — se quejó — Sólo dije lo de venir a surfear para animarte — se tumbó a lo largo.
—¿Quieres dejarlo? — dije alto y asintió. Salimos poco a poco del agua y me empecé a vestir.
Diego me sonrió y se puesto en pie — ¿Soy yo o antes me has guiñado un ojo? — volvió a reír mientras se limpiaba la tierra del pantalón dándose golpes y Cristina contemplaba la escena .
—Se me metió arena en el ojo, ya sabes, el aire — me encogí de hombros y me recogí el pelo.
—Sí, ya — se lanzó en caída picada hacia mis labios y me aparto mientras se alejaba de nuevo sonriente y vacilante. 

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