Carla hoy
me había devuelto el llavero, explicándome, que cuando me fui ella bajó de las
gradas, se metió debajo y lo cogió para guardarlo, sabiendo que un día, me
arrepentiría de haberlo tirado sin pensar en nada.
Lo elevé mirando
el objeto de metal y dándole vueltas sucesivamente. Cogí aire, valor y fuerzas
y lo dejé caer al mar.
Sí, Carla
había acertado sabiendo que yo iba a quererlo de vuelta. Pero yo era algo más
lista y había decidido escondérle a él en un sitio donde yo no pudiese
conseguirlo de nuevo, y tener un error. Como cuando le das a alguien la bolsa
de comida basura por la mitad y no se la pides de nuevo, sabiendo que la
quieres, que no es buena para ti, y que en el fondo, te alegras de que esté
lejos de tu alcance. Así que ahora por mucho que quisiera recuperar el llavero
me sería imposible. Los vicios hay que ponerlos a raya.
Miré el
mar, ahora calmado y a las hondas que se formaron al dejar caer el objeto.
Suspiré profundamente y me mordí el labio inferior mirando el agua.
¡Santa
mierda necesitaba recuperar ese maldito llavero! ¡Estúpida, estúpida, estúpida!
Me levanté
con pocas fuerzas para explorar el terreno. Si me tiraba desde aquí seguro que
no despertaría. Si bajaba andando tal vez fuese demasiado tarde. Si iba nadando
hasta la pared de un acantilado y las olas se quisieran reír de mí un rato
acabaría hecha papilla.
Creo que
hay momentos en la vida en los que debes elegir lo que de verdad merece la pena
hacer y lo que no merece ni perder un segundo de tu tiempo. Creo que este fue
uno de ellos.
Cogí el
bolso con sus cartas y el abrigo que había dejado en el suelo para bajar lo más
rápido que pude a la playa dónde anteriormente mis pies habían sido
destrozados.
Respiré sabiendo
la fama de esta playa y divisando la fachada de piedra erosionada dónde formaba
mi acantilado. Respiré profundo mirando mi objetivo. Necesitaba recuperar ese
llavero con mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario