-No...no...no hace falta- titubeó.
-Mírame- pedí de nuevo y lo hizo, dejé caer la
chaqueta y la cogió para obsérvala, me acerqué despacio dándome cuenta de que
estaba entretenido mirándola y hablé ya bastante cerca de él -Cogerás frío cómo
te vayas por ahí así- era octubre, en NY, no había mucho más que decir, si
quería coger una pulmonía sería pan comido si caminaba por ahí así. Yo también
estaba en la calle, en vestido, pero se suponía que iba a entrar en la sala en
la que había calefacción y una fiesta esperándome. Al darse cuenta de lo cerca
que estaba volvió a alejarse -Por favor, no te vayas - pedí casi en un tono
triste. ¿Quién? ¿Nina, la empresaria que más negocios había tumbado mirando por
alguien más que no fuese ella misma?, ¿Cuándo? El chico se quedó quieto por fin
y me acerqué muy despacio como si se tratase de un animal a un lado - ¿Eres
electricista? - pregunté y negó rápido. -¿Y qué haces aquí? - intenté sonar
cordial.
-Ya..ya...ya...me...me..voy..- dijo
colocándose la chaqueta. Sonreí victoriosa. Se había puesto la chaqueta. Pasó
por mi lado lo más alejado que pudo .
-No, te pregunté algo- Si algo odiaba Nina era
perder algún trato o que no le contestasen a lo que quería. Está de más decir
que odiaba que las cosas no saliesen como ella quería.
- No soy electricista - dijo casi del tirón-
Yo...yo...yo... soy peluquero- comentó con nerviosismo tocándose el pelo. Ahora
entendía. - Pero... a...a... veces me... me.. me.. lla-lla-lla...man para hacer
estas cosas- alcé las cejas y me acerqué a él mientras él bajaba las escaleras
de espaldas que tenía tras de mí.
-¿Cuánto ganas siendo peluquero?- me atreví a
preguntar y con eso se cayó de culo al suelo, le miré confusa mientras él se
ponía en pie. Di una mirada a los de seguridad para que no le dejasen salir y
ellos asintieron débilmente. No iba a dejar que el peluquero de ropa negra se
fuese de aquí, no ahora.
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