Porque eso
era lo que tenía miedo.
Cuando
toqué arena cerré los ojos profundamente y me dejé caer dando mil gracias por
no sentir que en cada paso me quedaba sin un poquito más de piel. Repté con mis
brazos hasta llegar a mi bolso, saqué el móvil empapada y con frío para llamar
a Carla, ella me entendería, sí.
-¿Carla?-
pregunté abatida.
-Sí, dime-
contestó rápido.
-Carla lo
hice, yo lo hice...- dejé mi cabeza caer sobre la arena sin energía para
moverme ni un milímetro más.
Se cayó el
móvil al suelo y ni si quiera moví el brazo para llevarlo a mi oído.
-¿Qué
hiciste?- preguntó preocupada y me quedé callada notándo como la arena se metía
por mi nariz- ¿Nina?
-Yo sólo lo
conseguí, le tengo, le tengo- reí pesadamente llenando la pantalla de arena y
mi boca a su vez.
-¿Qué has
hecho?, ¿Nina? , ¿Dónde estás?, ¿No me hagas buscar la localización de tú
teléfono?
Reí bajito
muy cansada como para contestar y cerré los ojos para entregarme al juego del
sueño .
Cerrar los
ojos no significa que te puedas evadir de toda clase de amenaza que te rodea,
pero sí poder bajar las alarmas y no preocuparte por unos minutos.
Pero...¿Y
cuando los problemas te persiguen hasta en sueños qué haces?, ¿No dormir?, ¿No
despertar?, ¿Rendirte?, ¿Matarte o matarle?
Creo que me
subconsciente voló.
Porque vi a
Edgar arrastrándome de nuevo al agua de los pies y dejándome a su merced. Para
que me ahogase, y me dejase por fin, muerta con la palabra total y su
significado por completo, pero... Estúpido Edgar, ¿por qué te tomas las
molestias de arrastrarme hasta el agua, si con un sólo beso tuyo de vuelta yo
ya estaría muerta?
No hay comentarios:
Publicar un comentario