— ¡¿Por
qué?! ¿No eras virgen? — dijo en tono autoritario.
Yo le había
contado anteriormente mi primera noche, la que fue con Edgar, pero ese día
pareció desaparecer de su mente por completo. Tal vez estaba borracha, o
ausente.
—No o sea
sí, los tengo pero no los usaré — me aclaré
—Sí,
virgen...— dijo Ulisse riendo desde el sofá.
—¡Ulisse! —
le regañé.
—¡Nina!— me
llamó Agata.
—¡Agata! — Finalicé
y Ulisse se levantó del sofá para venir a la cocina y abrazarme por la espalda,
entrelacé mis dedos con los suyos —¿Y bien...? — dije esperando el benedicto.
—Espera —
alzó un dedo y fue hacia el armario dónde se encontraba el alcohol echando una
cantidad considerable de ron encima del helado —Esta es una situación que debo
afrontar con helado y alcohol — tocó su frente frustrada ingiriendo grandes
cucharas — ¿Entonces estarías aquí todas las semanas? —asentí.
—Déjale que
se vaya — comentó Ulisse — Así podré dormir en su cama, es mucho mejor que la
mía, o quedarme su habitación para jugar a la play con la pantalla plana — le
di un codazo en el estómago.
—A mi
habitación ni entres Ulisse — me abrazó más fuerte. Temía que alguien encontrase
cosas como, mi cuaderno dónde escribía, los vídeos de Edgar, y en parte, sus
diecisiete cartas .
—Está bien
— dijo dejando caer la cuchara para mantenerla en el aire y apuntarme con ella amenazándome
—Pero a la primera llamada, falta, o retraso que llegue del instituto
diciéndome que has llegado tarde, o que no has acudido a clases te vuelves
derechita a casa — asentí.
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