Suspiré y
cogí el anillo entre mis manos y estudiarlo sobre mi palma, después de un rato
de pensar qué hacer con él, abrí el collar que tenía en mi cuello sujeto y lo
metí en la fina cadena, llevaría sus dedos por siempre en mi cuello, como si
tuviese el total poder de asfixiarme cuando quisiese sin tener si quiera que
esforzarse, le estaba dando el poder de matarme, de dejarme en el suelo sin
respiración y sin palabra que pudiese salir por mi boca. Le estaba dando mi yo.
Mi existencia. Mi corazón, alma, miedos y sueños.
Quise levantarme de la silla, decir algo,
pararle, pero no lo hize, no encontré valor dentro de mí, no más, no encontré
respuestas, me paré a mí misma, no podía seguir el juego a esto, no podía
quedarme más estancada en el pasado, merecía revivir como el pájaro fénix de
mis cenizas. Si no lo hacía me acabaría perdiendo por completo, él ya se había
llevado una gran parte de mí, y no con esas quería llevarse más, reducirme a
cero, matarme con su ausencia, y lo peor de todo es que yo le estaba dejando,
pero incluso peor que eso era, que si volvía yo le dejaría plácidamente
asesinarme. Porque de esto va del amor. Sufrir por ti y sufrir por la otra
persona, rogar porque te ahorquen, bailar en las escaleras de madera poco
seguras de un precipicio con caída mortal, jugártela y ver cómo pierdes, y aun
así creer que vas ganando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario