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viernes, 30 de octubre de 2015

Página 559.

Cogí aire anotando mentalmente que tendría que solucionar esto con Carla después y abrí el papel. Edgar. Era del Santísimo Edgar.
Te he escrito más cartas en un mes que en toda la vida.
En nuestros años de relación no te di nada de lo que debería haberte dado, y creo que lo único que te queda de mí es una chaqueta, me hace sentir mal, porque eso es lo único que te he ofrecido, tú mereces mucho más. 
Estoy aquí viéndote dormir y dándome cuenta del gran error que he cometido viniendo, yo me fui, no debería haber vuelto, lo único bueno que veo, para que por fin podamos alejarnos el uno del otro y que tú puedas ser feliz es que estés respirando tranquilamente  y no sepas de mi presencia.
Sé que has contestado mis cartas, sé que han sido todas, una detrás de otra, las he cogido hoy del buzón. 
No las voy a abrir, no hasta que la tentación sea demasiado fuerte, muestre un punto de debilidad y lo haga. Ya sabes, aun que le digan a alguien que se pase con una botella de agua tres días en el desierto, y que si no bebe le darán un millón de euros acabaré bebiendo.
Eres mi agua Nina.
Ahora que estoy entiendo.
Te he amado con los cinco sentidos. 
Si ahora, Nina, me quedase ciego, estaría contento de que lo último que viese fueras tú, si ahora me quedase ciego, sabría describir a la perfección tus rasgos faciales.
Si ahora, Nina, me quedase sordo, sabría recordar perfectamente todas tus formas de hablar, todos tus tonos de voz, y todos tus tonos de gemido. 
Si ahora, Nina, me quedase sin gusto, sabría definir perfectamente a qué saben tus labios, a qué sabe tu saliva con la mía, a qué sabes por las mañanas, por las tardes y por las noches.
Si ahora, Nina, me quedase sin olfato, sabría decir a la perfección a que huele la transpiración de tu piel, tu champú, tu gel de baño, tu perfume y sobretodo tu cuello cuando teníamos sexo.
Si ahora Nina, me quedase sin tacto sabría cómo explicar lo que sentía al tocar tu piel, las partes más suaves de ellas, y mis preferidas.
Si ahora Nina, me dijesen que me queda un minuto para morir, pasaría 59 segundos besándote y el que queda te diría que te amo. 
Espero que vuelvas a amar con tus cinco sentidos, a mí se me acabó el minuto y estoy muerto.
No contestes, por favor. 
Edgar.

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