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viernes, 30 de octubre de 2015

Página 550.

-¿Y qué paso, qué paso?- dijo Rebecca saltando.
-El mono Carl se subió en su lomo, y el dragón empezó a volar por el mar, sin parar, sin dormir, lloviese o hiciese sol, se hicieron amigos del Delfín Serafín, del Tiburón Cara de Melón y de la Ballena, la Señora Elena- comenté cogiendo diversos dibujos - Después de estar meses volando y de hacerse amigos de todos los peces del mal, ¿Sabéis a quién conocieron? - negaron con brillo a los ojos- ¡Al cocodrilo Mochilo! - repuse usándo un tono de voz contento, aunque no me sintiese así - El Cocodrilo Mochilo lloraba porque la Cocodrila Paola le había dejado por otra Cocodrila más verde y bonita- dije con voz de triste - El Dragón Fefe apenado le dijo si quería unirse a ellos, y el Cocodrilo Mochilo sacó sus dientes- repasé los míos con la lengua- Y les dijo : ¡Claro que sí!  Entonces- cogí los tres papeles -Volvieron al viaje y fueron a parar a conocer a ....- hice una pausa dramática - ¡Al Correcaminos!- anuncié señalando la pantalla - Por eso el Coyote nunca le puede coger, porque el Dragón Fefe le ayuda y se le lleva volando lejos cuando el Coyote es malo- miré la pantalla en la que ahora, el pobre coyote recibía un puñetazo de una cajita con un puño rojo que había puesto él mismo .
Abrieron la boca impresionadas -¿Así que el Correcaminos...
Intentó decir Rebecca pero le cortó una muchedumbre de gente que empezó a entrar por mi habitación. Mis amigas. Rodé los ojos - Chicas, ¿por qué no vais a fuera?- les pedí educadamente y Cleo y Rebecca salieron dejándose la pequeña mochilita.
Repasé con la mirada a todas pero no encontré a Carla - ¿Podéis ir con ellas?- les pregunté -Hablaremos de esto, lo prometo- asentí y ellas empezaron a soltarme una serie de bromas pesadas y golpes suaves en la cabeza, una a una salió haciendo caso a mi petición pero Abigail no se movió de su sitio. Al escuchar como la puerta se cerraba y Abigail seguía plantada frente a mí rodé los ojos -Dilo, sé que estás deseando hacerlo- comenté sin interés cogiendo la mochilita de mis hermanas para guardar los papeles cuando algo saltó rápido. Llevé mi mano al corazón del susto. Taylor había saltado de la mochila, el pobre, casi muerto igual del susto de estar encerrado y con una cara que lo decía todo. Le cogí y le alcé -¿Qué te han hecho mi niñito, te han encerrado ahí?- dije chasqueando la lengua con voz de tonta mientras él me miraba aún enfadado.

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