-Creo que no deberías trabajar hoy- dijo
despacio- ¿Por qué no vamos de día de chicas, ya sabes, un masaje, pedicura,
manicura, un corte de puntas... - lo que me faltaba, que Carla mencionase cosas
referidas con el pelo.
-Sí, sí- dijo una entusiasmada Abi. Bufé y
volví a mi trabajo - Todo decidido socia- me guiñó un ojo - Carla, llama ahora
mismo al mejor centro de estética de la ciudad y danos cita para dentro de una
hora -dijo firme.
-¡A la orden mi capitán! - dijo haciendo un
gesto de típico marinero o militar y riéndose salió por la puerta.
Caminé a mi mueblecito para coger una aspirina
y pasar mi resaca, al fin y al cabo el masaje tal vez me venía bien.
Abigail me miraba con complicidad y decidí
evitarla y apuntar cosas en los papeles que tenía en mi mesa hasta que Carla
entró con noticias - He llamado a la mejor peluquería de la ciudad- no levanté
la vista poco interesada- Dicen que no tienen cita para nosotras hasta dentro
de seis meses.
-¿Le dijiste quién éramos?- dijo enfadada
Abigail- ¿Le dijiste que tenemos en la palma de la mano la ciudad?
-Claro, amiga- dijo Carla.
-¿Y...?- esperó impacientemente Abigail.
-Y nada, no nos cambiaron la cita.
-Oh bueno, voy a ir a ese localucho de
pacotilla yo misma a asegurarme de que quiebren en menos de una semana- dijo
una decidida y enfada Abigail. Si algo teníamos en común era nuestra poca
tolerancia al monosílabo "no".
-Espera Abi, voy contigo- dije poniéndome en
pie. Bastante era para mí recibir dos nos en menos de cuarenta y ocho horas.
-Es más, ni si quiera hacen pedicura ni
masajes, es sólo una simple peluquería- dijo ofendida Carla.
-Vamos para allá, no dejaremos títere sin
cabeza - contestó Abi con decisión cogiendo las llaves de su caro coche y
saliendo por la puerta de mi oficina mientras le seguíamos las dos.
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