Hay
límites.
Abigail no
puede ir con una chica de la mano porque está mal.
El capitán
no puede juntarse con un crack en matemáticas porque está mal.
Carla no
puede salir con el hermano de su mejor amiga porque está mal.
Edgar no
puede decir que está conmigo porque ni de lejos le llegaba en popularidad.
Y creo que
nunca me había dolido tanto recapacitar sobre algo. Nunca me había dolido tanto
pensar en el pasado. Porque era estúpida, estúpida y ciega y veía emocionante
besarle en los baños encerrados. En vez de decirle: "Esto es lo que soy,
si estoy por debajo de tu media de popularidad simplemente escoge a otra con lo
que hacer esto en los baños, y déjame libre, porque ya no soy una niña como
para andar escondiéndome"
Pero no lo
hice y me arrepiento. Porque él se veía tan bien de color negro, porque esa chupa
de cuero le realzaba los brazos y la espalda. Porque ese pelo revuelto le hacía
temiblemente atractivo. Y cómo debilidad una se deja, y no se impone.
Y se calla,
y le besa, y se convence de que es emocionante mantenerse en secreto por meses.
¿Cómo decir
que no a un ángel vestido de negro?
Porque el silbaba
y me tenía comiendo de la mano, y lo seguía haciendo, y hay cosas que no
cambian aunque haya pasado mucho tiempo.
El pasado
me duele, el presente me pesa demasiado y el futuro me agobia.
El pasado tiene
puntos buenos que ahora son dolorosos de recordar. Pero aun guardo su sonrisa,
que eso no me lo quita nadie, las noches en vela esperando llamadas por su
parte, las manos temblorosas al entrar en contacto con su piel por primera vez,
los pasos vacilantes cuando de ir tras él se trataba y los bailes lentos sin
música que nos sentaban realmente bien.
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