Después de repetirme una y otra vez que no me
iban a decir dónde se celebraría mi cumpleaños sin yo haber preguntado si
quiera me metieron en uno de los lujosos coches de Abigail a la fuerza para ir
hacia el lugar. Yo miraba el móvil sin prestar mucha atención y cerraba algunos
pequeños tratos que tenía sueltos de forma rápida, verbal y segura.
Al llegar casi Abi me obliga a salir de una
patada. Me bajé para ver un edificio enorme que estaba dispuesto a servir como
fiesta esta noche- ¿No es genial?- preguntó contenta - Lo alquilamos, caben
como dos mil personas- dijo orgullosa y yo me bajé el vestido apretado con
cierre delantero que me habían obligado a ponerme para la fiesta , al bajar del
coche se había subido peligrosamente y no quería acabar enseñando el culo a
nadie. Abigail seguía explicando excitada y contenta mientras yo no prestaba
mucha atención y mientras un montón de camareros me llamaban por mi apellido
cordialmente y me repetían que estaban bajo mi total control toda la noche. No
fue hasta subir las escaleras e intentar mirar la sale cuando me topé con un
chico mal arreglado, de vaqueros rotos estropeados y de muchos años pasados,
una camiseta de manga corta negra
ajustada y con un pelo, sin duda alguna de años atrás. La moda que vestía tal
vez era de los años setenta. Incluso peor. Se le cayeron varios objetos al
suelo -Mira por dónde vas estúpido, es vestido de esta señorita cuesta más que
tu vida- dijo una enfadada Abigail y rechisté negando para agacharme a su lado
y recoger del suelo, lo que parecían unas tijeras, un peine, gomina, una
cajetilla de cigarrillos y diversas horquillas - ¡Nina tiene una tijera!,
¡Corre por tu vida!, ¡Nos encerrará en un congelador después de habernos
partido a pedacitos! - salió lejos de dónde estaba el chico y yo subí para
entregarle un peine negro que había alcanzado a recoger.
-No, no haré eso- replicaba el chico
cabizbajo.
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