-No te voy
a decir nada, estoy segura de que de eso se encargará Carla, no hay más que
verte.
-No me he
visto- comenté sin más dejando al gato en mi regazo intentando calmarle.
Abigail se
sentó en el pie de la cama y tocó al gatito a la vez que yo, que ahora descansaba,
recuperando su ritmo cardiaco- Al parecer Rebecca no quería que te quedases
sola- dijo con las manos en las orejas de Taylor.
-Como se
entere Agata se quedará castigada sin postre un mes, y no pienso volver a meter
a mi leoncito en esa mochila- dije mirándole y rascándole la barbilla.
Empezó a ronronear y sonreí al verle ya tranquilo -No querrá volver a ver a una
de esas en su vida.
-¿A Rebecca
o a la mochila?- preguntó Abigail
-A ninguna
de las dos- dije entre risas y ella subió la mano hasta apoyarla en mi mejilla.
Dejé de mirar a Taylor para llevar mis ojos hasta los de mi amiga y curvar la
cabeza en señal de cariño hacia la palma de su mano.
-Te ves
horrible- dijo dulcemente y saqué la lengua mordiéndola entre mis dientes
intentando ocultar una gran sonrisa. - Tu pelo es un caos, el pijama es casi
tan azul como el moratón de tu sien y tus labios están pálidos - me describió y
sonreí apoyando mi mano contra su mano y acercándola aún más a mi mejilla.
-Te quiero- le dije y ella sonrió.
-Y yo a ti,
y por eso odio que te veas bonita hasta con tantas heridas- repasó algunos
rasguños de mi cara con la yema de su dedo índice y luego dio un pequeño
golpecito en mi nariz.
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