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martes, 20 de octubre de 2015

Página 519.

Y lo vi. Vi el baño. Escuché sus risas. Vi un año pasar. Otro en el que ya no era tan tonta e ingenua en el que me hice al menos, un pequeño grupo de amigas. Y pasó otro como si nada y como si todo, dejándome un vacío tan grande como el de ahora.
Había pasado por esto antes, y aún no lo superaba, y después de su regreso, su partida dolió mil veces más.
Se trata de sexo. Oral para ser concretos. Se trata de contracciones y suspiros. Cuando un orgasmo te aborda y pides un segundo para recuperarte, y deciden no concedértelo y seguir, cada toque y roce se intensifica por mil.  Y sientes mil veces más de golpe. Y te vienes. U os venís a la vez. Y eso hace que te vengas de nuevo. Porque os estáis rozando y eso pasa.
Las heridas abiertas son las más dolorosas cuando se curan. Y una simple pluma recorriendo tu piel con heridas de por medio te hace quejarte. Y su ida era mi herida. Y cuando volvió fue como si de golpe mi piel se regenerara. Pero cuando se fue la herida volvió con un susurro de añoro, con palabras de por medio, puedo decir bien lo que recitó mi herida cuando apareció de nuevo "De esta ya sí que no salimos". Y tenía razón.
Porque una herida cicatriza y la piel de una forma u otra se vuelve más sensible...y lo que antes era más duro y se vuelve a abrir... es insufrible.
Abuela, al final sí, al final sí me han roto el corazón más de una y mil veces. Abuela al final sí, al final sí sentí el dolor profundamente. Abuela, lo siento, más que una leona soy una pobre cría indefensa en un campo de tiro. Abuela, lo siento, no supe manejar la situación. Abuela, lo siento, abuela, lo siento por ser yo y haber nacido así. Siento decepcionarte y romperte a ti ahora el corazón. Espero que llegues a perdonarme algún día. Por mis errores, el contratiempo de mi existencia y mis patosas caídas. Abuela, se el león se llama Edgar, y pudo conmigo, supongo que tenía colmillos mejor formados, melena más ostentosa y garras más afiladas.
Siento abuela, no poder ser una leona en condiciones.
Entonces lo comprendí.
Si Sam me daba una llave Edgar siempre sería el llavero.
Si él me brindaba una casa, Edgar siempre sería mi hogar.

Si él me daba amor, yo pertenecía a otro, pasado, lleno de heridas, verdadero, y primero, mi primer amor. Edgar. 

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