Parpadeé
varias veces y desenvolví mis brazos de mi propio cuerpo. Me había quedado
dormida, completamente dormida. Lo peor es que me había quedado dormida aquí,
sin más, sin avisar.
Saqué el
móvil de la mochila, las dos de la madrugada, bostecé y me limpié algunas
lágrimas de mis mejillas, puse la linterna, al menos no llovía, eché la mochila
a mis hombros con un poquito más de fuerza que antes y caminé poco a poco hasta
llegar de nuevo a la playa, no había absolutamente nadie, era normal, un día de
diario y con mañana como comienzo de las clases. Me senté en la parada porque
realmente no tenía fuerzas para seguir andando, sabiendo que el autobús de
madrugada pasaba de hora en hora me quedaba mucho tiempo para esperar.
Así que de
eso iban las cartas de Edgar. Cerdo hipócrita por el que sufro día sí y día no.
¿Quién era él para hacerme esto?, ¿Cuál era su derecho? Yo aquí empapada, fría,
sin fuerzas, esperando por un autobús cuando él estaba en su cama de niño de
buena cuna.
Cuando el autobús
se paró subí cabizbaja con el dinero en la mano - ¿Se encuentra usted bien señorita?-
dijo en un tono de voz preocupado el conductor- No lleva zapatos.
Miré a mis
pies, tenía razón.
-Sólo un
mal día en el agua- comenté mientras él me miraba el rostro preocupado. Dejé de
estar por más tiempo parada, le dejé el dinero encima y me senté esperando que
dejase el interrogatorio.
Bajé en mi
parada y caminé hasta mi casa, cuando iba a abrir la puerta alguien la abrió
rápido y tiró de mi brazo, que estaba con la llave metida en la cerradura,
haciéndome caer de rodillas en la entrada -¿En qué demonios estabas pensando?-
escuché a Agata- ¡Te vas a las cuatro de la tarde y vuelves a las tres y media
de la madrugada!, ¡Creí que habías tenido un accidente de tráfico viendo al
pueblo!- levanté mi cabeza y me puse de pie despacio sólo para ver cómo se
llevaba una mano a la boca- ¿Qué, qué te pasa?, ¿Por qué estás mojada?,¿Qué son
estas heridas?
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