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La dragona había decidido luchar, volar, escupir fuego detrás del príncipe, el príncipe aterrorizado con sus colmillos, y haciendo caso a la bruja de su madre, se dejó llevar, golpeó al corcel, corrió más rápido, conoció a una bella damisela, que no era más que eso, una mujer, y se casaron, y comieron perdices, y la dragona se comió a todo el mundo que la molestaba. Fin.

Estas dos semanas había perdido como se suele decir el norte, pero yo había perdido hasta la brújula, no sabía dónde me encontraba en una espiral de fracasos, y más fracasos. No había ido a trabajar, le dije al jefe que estaba realmente enferma y él contestó que me tomase el tiempo que quisiera en recuperarme, eso me deja en u pozo de dudas, porque 17 días sin ir a trabajar, no te aseguran que te esperarán exactamente con los brazos abiertos por tu llegada.

Había sido navidad, había sino nochevieja, había sido noche buena, estaban a punto de finalizar las vacaciones, no bajé, no salí de la habitación, no cené con mi familia, no les miré a la cara. No quise hacerlo. No pude hacerlo. Me dolió, ser débil, no poder con la situación, darme cuenta de que estaba completamente enamorada de alguien que es ofensivamente agresivo.

No hubo fiestas para mí, no hubo salidas con amistades, de vez en cuando iba y venía a la casa de Sam...él... él... me entretenía. No puedo decir más sobre él. Era agradable, apuesto, amable, cariñoso, tierno, y una larga lista de cosas que se supone que querría cada chica, pero yo no le quería a él, yo quería a Edgar. Y lo haría por toda mi vida.

Me puse los cascos al máximo volumen para intentar despejar estos pensamientos de mi mente, y , de la biblioteca, y volví a concentrarme en absorber todos los conocimientos que me estaba brindando aquel libro. Todo, hasta que el móvil empezó a vibrar, sin intención de parar su cometido. Encendí la pantalla rendida ante sus constantes llamadas de atención y vi las notificaciones "Mira a la mesa " .