Lo que más
me molestaba es que había tirado por la borda todo este tiempo, en el que
parecía que iba poquito a poquito a mejor, en el que me había hecho un pelín
más fuerte. Y seguía haciéndolo, y me seguía molestando, y no hacía nada para
evitarlo.
¿Crees
enserio Nina que hubieses podido pasar un cuarto de lo que ha pasado él de ti?,
¿Enserio crees que habrías podido negar una visita al amor de tu vida? Eso para
ti es imposible.
Cogí aire
me levanté de la silla y dejé el billete ya empapado de Edgar sobre el
mostrador para salir de nuevo e ir a paso tranquilo mientras me mojaba sin
importarme por la acera hasta mi parada. Me senté en el banco de hierro esperando
por el transporte público con la mirada perdida , y con tantas cosas pasándome
por mi cabeza, que a la vez se sentía como nada, y me bloqueaba. Sin poder
decir bien qué era lo que me pasaba, sin poder responder a una pregunta con
algo más que un monosílabo, sin sentir frío en el cuerpo, siendo un muerto
viviente sin capacidad para decir algo coherente.
En el autobús,
no me pensé, todo y nada es igual a una hoja en blanco. Y una hoja en blanco en
depresión sólo es una hoja en blanco. Ya no era una niña, no tenía ceras que
coger, no tenía imaginación que usar, no veía imágenes en las nubes en el
cielo, ni si quiera podía pensar en algo qué pintar en un lienzo en blanco. Los
niños pequeños tienen miedo de monstruos altos, peludos, y con dientes
afilados. Los niños grandes tenemos miedo de nosotros mismos. Porque nos hemos
dado cuenta de que nosotros somos los monstruos y llevábamos engañados todo
este tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario