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martes, 13 de octubre de 2015

Capítulo Treinta y Cuatro. Habitación 278. Página 403.

Llegamos a la comisaria del pueblo. Me sacó del coche y quedé delante de él, me cogía por los hombros guiándome.
Me condujo hasta un banco dónde efectivamente, estaban sentados mis dos hermanos y los compañeros de piso de Ercole - ¿Les conoces?- Asentí con los ojos acuosos mientras los dos me decían que me calmase -¿Reconoces que son tus hermanos?- volví a asentir y abrió una de las esposas, la agarró al barrote de hierro del banco y se fue.
-¿Por qué estás aquí?- Ercole me cogió de la mano
-¿Qué has hecho?- repitió Ulisse.
-Nada- les miré - Estoy aquí por ser vuestra hermana-
Volvió a aparecer Sam-¿Te hago las preguntas aquí o prefieres en privado? - un policía se acercó a nosotros.
-Aquí- dije en voz baja.
-¿Reconoce ser cómplice?- miro a la hoja.
-¿Estás de coña?- gritó Ercole - Ella no ha hecho nada- le miró- Te juro que cuanto me quiten las esposas escribiré tal carta a tu superior que te quedarás sin trabajo en la calle. No tienes ningún derecho a hacer esto, ¿qué pasa? ¿Que si alguien mata a una persona su hermana también queda detenida? ¿A cuento de qué?- ¿Había dicho matar?  ¿Ercole había matado a Edgar? ¿Qué? ¡Oh dios mío!

-¿Estoy hablando contigo?- se giró hacia él. -No, ¿verdad? Pues te callas- creo que ese fue en el momento en el que le cogí asco. -¿Ha sido usted testigo de la pelea? 

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