Cuando abrí
los ojos Ercole estaba ahí, como me había prometido, su pecho ascendía y
descendía tranquilamente con cada respiración. Contemplé su barba perfectamente
recortada y sonreí al contemplar el tatuaje que ocupaba su pecho izquierdo, un
atrapa sueños muy bien detallado. Miré hacía la ventana, seguía lloviendo.
Ahora me
queda aún más claro por qué tenía a todas las chicas que quería. Estaba segura
al 100% de que era saludable despertar con un hombre de estas características a
tu lado.
Aprovechando
que estaba dormido decidí que sería bueno cambiarme a la ropa normal. Salí de
la cama haciendo el mínimo ruido posible y me puse la parte de arriba. Todo en
calma hasta que me bajé los shorts que me había prestado —No sabía
que mi hermana tuviese tan buen culo — me sobresalté.
Tenía el tono de voz que me gustaba escuchar por parte de un chico; el de
recién despierto.
Que le den,
total, era mi hermano. Me puse el otro pantalón y di media vuelta mientras él
sonreía con los ojos entrecerrados — ¿Qué hora es?
Miré al reloj de la mesilla —Cerca de la una — me senté a su lado en la cama.
Miré al reloj de la mesilla —Cerca de la una — me senté a su lado en la cama.
—Será mejor que me vista —se
incorporó —Estás muy guapa nada más levantarte — me tocó la
mejilla con calma.
—No mientas, se lo dices a todas con las que te
despiertas — dije burlándome de él.
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